Encierro colectivo
Décimo día de confinamiento por el coronavirus. Por las redes
sociales hemos visto de todo, gente angustiada, desesperada, feliz,
aburrida… Pero si España destaca por algo, es por el ingenio que
tenemos. En estos tiempos que corren, el ingenio y ese humor tan
español, es lo único que nos puede salvar de esta locura. Doy un
fuerte abrazo virtual a esas familias con niños. Yo misma, estoy
viviendo este pequeño infierno. Los pequeños son las víctimas que
más sufren con toda esta situación. De hecho, siempre son los
niños, los que más sufren por todo. Cuando una pareja de padres se
separa, cuando hay un guerra, cuando la corrupción política de un
país llega a límites insospechables… ¿Hasta cuándo los niños
van a aguantar las cagadas de los adultos? No sé qué nos pasa por
la mente cuando crecemos; pero estoy segura que dentro de poco los
niños serán los que se quieran separar de los padres. Formarán una
asociación de niños libres y sanos, la cual, será un ejemplo de
harmonía y felicidad. Bueno… mientras no jueguen al Fortnite. Y el
lema de esta asociación infantil será: “No vamos a pagar más
vuestras cagadas” Irónicamente sería lo mismo que yo les diría a
algunos de los que dirigen este país…
Pero
hablando en serio, tenemos que empezar a hacer las cosas bien. Sobre
todo los que más poder tienen. Creo que tenemos que ser un ejemplo
digno para nuestros hijos. Obviamente el ser humano tiene muchos
defectos, pero el confinamiento de estos días me ha llevado a pensar
en especie, en sociedad, en conjunto. Y creo que, la humanidad que
todos hemos demostrado, puede llevarnos a hacer cosas muy buenas. Me
gustaría que todo esto fuera un aprendizaje, para no tener que vivir
más momentos de angustia, recesión económica o guerras. Si fuera
por mí, despediría a todos los políticos de todo el mundo y
pondría a gente normal, cotidiana, de la calle, a gobernar. Supongo
que a mucha gente le faltaría formación, idiomas, o explicación de
cómo va la bolsa, la economía, y sobre todo explicación de porqué
las decisiones de cuatro puede afectar a medio mundo. Estaría muy
interesada en eso. A ver qué carajo de explicaciones nos darían.
Creo
que, la gente de la calle, que sabe lo que vale un kilo de patatas y
un kilo de mango (¿no entiendo por qué cuestan como un menú en el
bar Manolo Tapas?) sabría hacer las cosas con cabeza y pensaría en
personas de barrio como ellas. El mundo iría mejor, sin duda. Los
ricos, no serían tan ricos por la gracia de Dios, de Franco, o del
Marquesado de Villaverde. Y la economía, daría tantos giros de
trecientos sesenta grados, que las personas con poder por primera vez
no sabrían a quién untar para conseguir sus privilegios. Me
encantaría vivir en este mundo utópico, aunque sólo fuera un mes.
Creo que me iría de este mundo muy feliz por ver una repartición
justa de poder, privilegios, economía y desgracias. La verdad que
pocas desgracias les pasan a los poderosos. ¿No creéis?
Volviendo
al tema estrella del mes, y después de estudiar todas las teorías
que hay sobre él, me quedo con que es un cúmulo de mala suerte. No
creo en la supuesta guerra química, ni en una pitonisa que lo predijo hace años, ni en que tienen la vacuna y no la quieren sacar a la
venta, ni en una conspiración mundial rollo Dan Brown en “Inferno”
para matar a la mitad de la población. Yo, única chica cosmo, sigo
creyendo en la bondad de las personas y veo incapaz de que alguien
(aunque sea político) haga algo tan dramático. Supongo que por
estas ideas me he ganado a pulso el apodo de Princesa Piruleta. Pero
me sería imposible vivir creyendo que existen personas tan crueles o
tan maquiavélicas, capaces de crear un virus que destruya a la
población. Aún con todo lo mal que lo hacen los poderosos y
políticos, creo que no es adrede. Es una simple cuestión de
casualidades, errores mal llevados, catástrofes que han querido
esconder, o problemas que al principio no eran graves pero que por
circunstancias que se nos escapan de nuestro conocimiento, se han
hecho enormes.
Así que por todo esto, pido que la gente crea en la bondad del ser
humano. Es mucho más fácil vivir así. Creyendo que tus vecinos te
pueden ayudar cuando pasas una mala racha, o que tus amigos estarán
allí cuando lo necesites. No os voy a pedir que seáis tan ingenuos
como yo y creáis en la bondad de la política. Para eso hace falta
muchos años de entrenamiento y muchísima paciencia para auto
convencerte que todo va a salir bien. Pero si un poquito lo creéis, podréis vivir más tranquilos en este confinamiento obligado que tenemos que vivir ahora. Y si aún con todo, no os sentís bien, siempre os quedará el alcohol, que en este país siempre ha sido un producto de primera necesidad.
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