El trabajo ¿Dignifica?
Cuando eres niño, siempre piensas en tu trabajo ideal.
Algunos quieren ser futbolistas, otros actores, modelos, cantantes y un montón de
sueños que casi siempre se quedan ahí. Acabamos estudiando algo práctico para
poder ganar dinero y los deseos laborales que teníamos de pequeños, se
convierten en: ingenierías, administración y dirección de empresas, contable, derecho.
Así acabamos todos los días levantándonos, yendo a la oficina de 9 a 6 y,
matando nuestra monotonía, a base de gin-tonics, cenas, escapadas de fin de semana que a veces
no logran el objetivo de acallar a ese niño que llevas dentro, y te vuelves a
plantear con una pátina de añoranza. ¿Qué hubiese pasado, si hubieses hecho
caso a tus sueños?
Últimamente me lo planteo mucho. Llevo casi veinte años como
dependienta y hoy por hoy, debo decir, que estoy agotada. Imaginaros trabajar
veinte años de lunes a sábado. Con muy pocos o prácticamente ningún fin de
semana. Con un convenio que cada vez es peor, sin poder ver a mi familia, o a
mis amigos. Sin poder hacer escapadas o incluso, tener que perder un día de mis vacaciones, para ir a una boda. Creo que es, sin duda. Uno de los trabajos más desagradecidos
del mundo. Y si llegase final de mes y dijeses:” ¡Guau! Voy a cambiar el sofá,
o voy a comprarme el vestido que vi” Pero todas las dependientas de Barcelona
llegan al final de mes y piensan: “¡Pero
qué mierda es esta! Voy a tenerle que pedir dinero a mi familia porque no tengo
para pagar la luz" Y es así. La gente que me conoce sabe que no miento.
Hoy he estado cotillenado trabajos a ver si la vida me
ofrecía algo mejor, y lo que he visto, me ha dejado sin aliento. El anuncio
rezaba algo así: “Se necesita dependienta en Barcelona para una tienda de
productos de alimentación.” Clico en la oferta y en realidad lo que buscaba, este jefecillo listo, era un cortador de jamón.
“Se necesita dependienta que sepa cortar jamón”. ¿En serio, me estáis
vacilando? Analicémoslo.
Últimamente veréis que en muchas panaderías hay cartelitos
de se necesita dependienta. Esto empezó a pasar, hace unos tres años. Los jefes
de dichos locales se dieron cuenta de que el convenio de dependienta era mucho más
barato que el convenio de panadería o de hostelería. Y ahí empezó la trampa.
Empezaron a contratar chicas como dependientas cuando en realidad son
cocineras/camareras. Preparan bocatas, cafés, alguna ensalada, algún plato
caliente. Las panaderías, hoy en día, se llenan de cocineras infiltradas cobrando "según convenio de dependienta" entre diez mil y doce mil anuales. Una auténtica pena. El sector
hostelería que no es tonto, ha empezado a degradar la palabra “dependienta” y a
utilizarla para todo. Incluso como, habéis visto, para cortar jamón. Los
riesgos laborales de un oficio tan noble como este, se denigran poniéndole en
otra categoría, que además, muy poco tiene que ver con su sector. Degenerando en
una mezcla de contratos basura, dando igual el sector o la actividad que se
dedique tu empresa, sólo con la condición de que no superen los quince mil
euros al año. A mí estas cosas me desesperan, me cabrean, me harían apretar el botón de las bombas nucleares y a tomar por culo la humanidad. Pero como morían gente noble y, a los desgraciados que se le ocurren estos contratos basuras, no les haría sufrir tanto como querría, me limito a esperar un cambio que veo que no llega.
Como el ser humano es por naturaleza egoísta, no voy a pedir
que nos alcemos todos y que hagamos sentadas delante de nuestras tiendas. No
voy a pedir que dejemos de comprar pan, de tomar el café o de desayunar en esas
panaderías llenas de “compañeras mías”. Sólo voy a pedir que si los jefes, o
los gobiernos no hacen nada, nosotros, los trabajadores, no aceptemos estas
condiciones tan ridículas e, intentemos luchar por los sueños laborales de
nuestra infancia. Compaginemos el trabajo que nos da de comer (a nosotros y a
nuestros hijos) con el baile, el deporte, la escritura… aquello que el niño que
llevas dentro te pida para ser feliz.
Éste, sin duda, es mi propósito de año nuevo. Intentar
trabajar en lo que me gusta de verdad: Escribir. Y dejar mis veinte años de
experiencia en las tiendas y el comercio, en el lado del cerebro donde almaceno
mis recuerdos. Echaré la vista atrás y
veré como aprendía a cortar telas, como iba descubriendo a hacer bien mi
trabajo, a atender con paciencia a saber las necesidades que tiene la persona
que está frente a mí e intentar cubrírselas. Sobre todo, como decía mi antiguo
jefe: a solucionar problemas. Porque desgraciadamente en la tienda puede haber
problemas que a priori para la dependienta es fácil solucionarlo, pero que para
el cliente es un mundo. Y el tener paciencia, escucharle, entenderlo y
solucionar las cosas lo más rápido y lo más fácil posible siempre ha sido mi
filosofía laboral.
Recordaré mi primera venta, la primera vez que me encargaron
unas cortinas, las miles y miles de veces que me han pedido consejo con alguna
colcha para decorar su cuarto, los escaparates realizados y los que no realicé
nunca. Todo esto, estará en mi mente con un cariño especial porque a mí, única
chica cosmo, me encanta mi trabajo, y es una lástima enorme que, me plantee
cambiar de sector, porque algún jefe listillo ha cogido mi trabajo y lo ha
tirado a la basura.
Y con esto acabo diciendo, que a veces, los trabajadores
tienen que decir No. Y si como en mi caso, por madre soltera y falta de
recursos no puedes; tienes que luchar cada día por conseguir vivir un poco
mejor y disfrutando de tu vida laboral tanto como el niño de antaño te decía
que hicieras.
Así que dicho esto. Por favor, los cortadores de jamón, contratarlos como cortadores de jamón; las camareras como tal y dejar en paz la palabra dependienta porque voy a coger la palabra ministro y la voy a poner en el lugar que corresponde: entre el container y el meado de perro que te encuentras en cualquier esquina de la nostre ciutat.
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