Piropos, algo más que palabras.


Hoy me he despertado pensando en los piropos. En la actualidad hay mucho debate sobre lo que es aceptable, ofensivo o denigrante. Si os doy mi sincera opinión creo que depende de la persona, de la educación, del estado de ánimo y del carácter de cada individuo. Todos tenemos nuestros límites, nuestras líneas rojas infranqueables que delimitan cuando una palabra pasa de ser agraciada a molesta. Y como buenos ciudadanos tenemos que hacerlo saber a los demás. El error más grande es callarse. La comunicación es el pilar de nuestra sociedad. Lo que antiguamente se resolvería con un: “Gilipollas, lárgate que conmigo no tienes nada que hacer. Yo juego en una liga que tú estás a años luz de llegar” Ahora... Tenemos que hacer una denuncia explicando palabra a palabra el supuesto piropo denigrante, que un juez hable con el susodicho Gilipollas, que pase una noche en el cuartelillo para que no acose verbalmente a chicas guapas y varios papeleos que dejarán al pobre chaval condenado por unas palabras no muy acertadas. ¿Os parece justo, racional y de recibo tener que hacer esto por un piropo? Yo tengo dos hijos varones y tiemblo. Creo que estamos llegando a un punto donde la libertad de expresión está más encarcelada que nunca. Veo absurdo que se creen asociaciones antipiropos. Para mí éso si que es ofensivo, denigrante y de señores-as Gilipollas. ¿Puedo crear yo una asociación antideterminantes? Mira, es que hoy me he levantado con ganas de pisotear la R.A.E. y voy a empezar a hablar sin determinantes. “Padre ha hecho mal cama y madre ha reñido mucho”(Vaya, acabo de descubrir que los indios hablaban sin determinantes….) Ilógico ¿verdad? ¿Y qué me decís cuándo los gobiernos utilizan estos temas para crear una política basada en el miedo, el feminismo mal encauzado o el falso empoderamiento de las mujeres? El ser humano cada vez me asombra más. Rezo cada día para que mis hijos sean gays, porque como se tengan que enfrentar a las actuales chicas adolescentes para empezar a descubrir su sexualidad, les veo a los dieciocho con más de cincuenta denuncias y sin haber tocado teta todavía...


Cómo he dicho en otros blogs, hay muchas cosas de esta nueva era que no entiendo. Y este tema me pone muy nerviosa ¿Por qué le damos tanta importancia a las palabras y tan poca a aprender a utilizarlas correctamente? En el mundo de hoy en día se da mucha importancia al feminismo, a que los individuos sean iguales, a acabar con las princesitas y que las mujeres tengas los mismos derechos que los hombres. En principio, estoy de acuerdo. Pero yo me considero muy princesa, así que ¿en este mundo yo ya no encajo, estoy fuera de esta sociedad? Vale, lo acepto. ¿Pero no veis que no hay libertad total cuando quieres acabar con un prototipo de mujer? ¿Qué hay de malo en las princesitas? A mí me gusta los hombres que me cogen de la mano, que me dicen piropos, que me abren la puerta del coche si voy muy cargada. Y no considero que eso sea machista, o que me haga menos mujer. Hoy en día me considero más femenina que feminista y éso es lo que ha conseguido que sienta esta sociedad. Querer no sentirme identificada con una idea, porque la evolución de ese concepto ha sido nefasta. Y eso, queridos lectores, es horrible. Menos mal que todavía no soy una escritora famosa porque diciendo todo esto me lincharían. Otra prueba más de que la libertad hoy en día es muy reducida.


Lo que he aprendido, viva en la sociedad que viva, es a ser yo misma, encaje o no en el prototipo de mujer que actualmente se busca. Y sí, leéis bien. Aunque esté metido el gobierno, diferentes asociaciones y mucha gente importante, todo esto me parece una simple moda. Pasará tarde o temprano y todos miraremos atrás recordando la anécdota de cuándo se encarcelaba a un chaval por una palabra. Lo que tengo claro es que yo, única chica cosmo, voy a seguir defendiendo el piropo, las invitaciones a cenar, los hombres bien vestidos y elegantes y las princesas. Las princesas modernas que dicen piropos y que los aceptan. Porque la gente que me conoce bien, sabe que soy de decir las cosas buenas siempre antes que las malas. Un piropo puede cambirate el día, el humor y hasta el estado de ánimo. Me encanta cuando mis amigas se maquillan, se ponen vestidos y sacan toda su elegancia para ir a cenar conmigo. Me siento afortunada de tener amigas tan guapas, apasionadas tan poco feministas pero absolutamente femeninas. ¿Qué decir de mis chicos? Me encantan cuando me dicen palabras bonitas al oído porque me ven triste. O cuando necesito una escapada, llenan el deposito y me preguntan: ¿Dónde vamos, nena? Les regalo los piropos más bonitos siempre que se visten con zapatos y con camisa. Para quién no lo sepa, las princesas odiamos las bambas. ¿Habéis visto alguna vez un principe Disney en zapatillas? Así que para terminar y pensándolo mejor crearé una asociación antideportivas. Me parece un horror que Dior o el mismísimo Louis Vuiton se hayan subido al carro de hacer bambas enormes, brillantes y escandalosas para combinarlas con faldas y vestidos. ¿Acabará la moda de las zapatillas horribles al mismo tiempo que las feministas poco femeninas? Solo espero que acabe antes de que mis niños cumplan los dieciséis.

 

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