Last Christmas

 Resultado de imagen de navidad


Día: 13 de Enero. Hora: 23:04.


En este día y a esta hora me he puesto a pensar en las Navidades. Este año en mi ciudad, no ha habido mucho espíritu navideño. O mejor dicho, yo, única chica cosmo, no he notado en mi vida la magia de la Navidad. Este año todo ha pasado muy rápido, ha habido personas que ya no han estado y personas que, aunque lleven años sin estar, se sigue notando su ausencia. Mi familia cada vez está más alejada; o puede que sea yo quien me esté soltando de su mano para vivir mi propia Navidad con mis hijos y las personas que quiero. Porque amigos, llega un punto en la vida, que hay que cambiar tradiciones. Llega un punto, que cuando la familia se rompe, tienes que formar tú, una propia. Y ese punto, llegó a mi vida, esta pasada Navidad. Y se me rompe el corazón. Yo soy mucho de unir más que de separar, pero mi familia no es lo que digamos la alegría de la huerta. Envidio a esas personas que se reúnen con los primos, abuelos, padres, tíos, hermanos y son ciento y la madre cantando, charlando y divirtiéndose todos alrededor de una mesa llena de turrones, mantecaos y botellas de cava. Creo que este año ni siquiera he probado los polvorones. Qué triste, ¿no?



Recuerdo perfectamente cuando se empezó a romper mi Navidad. Lo inauguró mi querida madre, yo tenía unos catorce años y como siempre por la tarde, pensaba en el vestido que me quería poner para ir a casa de mi abuela; a hacer, como la tradición decía, nuestra cena de Noche Buena. Desde chiquitita me encantaba ese día, ya que por circunstancias de la vida, era el único día que veía a mi familia al completo. Mis primos y yo no veíamos de año en año justo en esa celebración. De pequeños nos íbamos al cuarto a jugar  para enseñarnos orgullosos los juguetes nuevos, de adolescentes nos íbamos al cuarto a hablar de tonterías y de guarradas varias...Vamos, como hacen todos los adolescentes. Para mí, por muchas peleas que hubiera, o malos rollos o ironías, era mi noche de primos y éso me encantaba, Los veía crecer año tras año, y cuando ya eras los suficientemente mayor decías: "ya no voy al cuarto, me quedo aquí cantando villancicos, con los mayores". Porque siempre había mucha distinción entre los primos enanos y mocosos y los mayores. Sobre las 3 de la mañana, mi abuelo enfilaba el pasillo con la gaita en la mano y se ponía a tocarla. Era, sin duda, el momentazo de la noche. Como cuando en un concierto de los Stones suena Satisfaction. Todo el mundo aplaudía y se miraba de reojo porque nunca habíamos visto al abuelo tan colorao como cunado tocaba la gaita. Mi padre y mi hermana tocaban las guitarras y hacíamos unas juergas que ni Pocholo en Ibiza. Lo que más recuerdo de esa Noche era la música. Mi vida siempre ha estado rodeada de música y creo que esto me ha hecho ser un poquito como soy, tan cantarina y alegre en mi vida.



Esa noche se iba a terminar todo. Recuerdo que mi madre me sentó en el sofá y me dijo: "Esta noche no subimos a casa de la abuela. Lo celebramos aquí" Yo no me lo podía creer... De hecho me pillé tal rebote que cogí mi abrigo, pillé el autobús número 19 y me subí, yo sola por mi cuenta y riesgo, a casa de mi abuela. Las tradiciones no podían acabar así, y para mí no lo hicieron, estuve años haciendo la misma ruta. El 24 por la noche disfrutaba de mi familia y volvía el 25 por la mañana después de desayunar con mis abuelos y recordar las anécdotas de la noche anterior.



Todo cambió cuando subí a casa a presentar a mi primer novio. Ahí cedí, me di cuenta que no podíamos estar toda la vida discutiendo por la Noche Buena y llegamos a un acuerdo: las cenas las pasábamos con mis padres y al café subíamos a casa de mi abuela a seguir la fiesta. Así lo hicimos durante muchos años. Con el tiempo nos dimos cuenta que ya no era lo mismo. Sino se hacía todo el pack completo te perdías mucho. Y lo peor es que mis padres fueron un ejemplo a seguir (para mi desgracia), con los años empezó el declive, mis tíos dejaron de subir, mis abuelos empezaron a bajar a casa de mi madre y fue ella quien cogió la batuta de las Noches Buenas. Pero ni mucho menos es igual que antes.



Ahora todo se ha quedado en una tradición sin alma. Mi madre a las 12 de la noche nos está echando a todos, ya no hay villancicos, ni guitarras, ya no hay espíritu Navideño, ni familia, ni siquiera regalos. Ahora todo es frío y gris como si cada uno de los que se sienta en esa mesa no quisiera estar allí. Me diréis: "qué exagerada, como se nota que eres de Córdoba" y no lo niego, pero os aseguro que me siento así. Hace unos tres años que me siento desganada de Navidad, desilusionada, apática y no quiero. A mí siempre me ha encantado la Navidad así que este año he dcho ¡basta!. No es bueno para mí, no es bueno para mis niños, no es bueno para mi Espíritu Navideño, ni para mi alegría de vivir. A veces estar con según que personas de tu familia por obligación no es bueno para tu alma. Así que tengo decidido que el año que viene lo haré en casa con mis hijos y mis amigos. Comeremos cosas ricas, compraré polvorones, chocolates y chuches. Veremos las típicas pelis de Navidad y nos reiremos con Solo en casa. Lloraremos con Nemo cuando matan a su madre y acabaremos con una peli muy Navideña probablemente donde  Hugh Grant no para de hacer el panoli para llevarse a la chica. Y esas serán mis tradiciones de esta nueva era Navideña en mi casa.






Aunque reconozco que no todo ha sido malo. Mi mejor regalo de Navidad ha sido Mr. Surprise. Él, con su generosidad, amabilidad, cariño, valentía y amor se ha enfrentado a esta ami soltera y a todo este batiburrillo de sentimientos y pensamientos, me ha cogido la cara (cómo siempre hace) me ha dado un excelente beso, me ha mirado a los ojos y me ha dicho: "Linda, todo va a salir bien". 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Adiós Héroes 3, Hola Everdell.

Síndrome de la cama vacía

Adiós sincronizadas, hola gambas al ajillo.