Menú degustación.
Hay gente que no entiende la importancia de un buen menú. Estamos
en un mundo dónde la sociedad se cuida muchísimo, para mi gusto,
demasiado. Gente, (yo la he visto) que pesa el arroz que le toca
comer y que mira los ingredientes de las cosas para asegurarse que es
cero por ciento materia grasa. Sí, sí. Esos números y letras
pequeñitas que hay detrás de los yogures. Pues se ve que eso es la
composición de los artículos. Yo que pensaba que era la tabla
periódica por fascículos…
Esos
mismos son los que luego van a un restaurante y se piden una botella
de Lambrusco. Dios, pegarles un tiro y hacerles el favor de que
abandonen este mundo con un poco de dignidad. Esos super fits que no
se pierden la clase de zumba, body combat, body pump y su puto body
pero luego no saben apreciar un buen menú degustación. A esa gente
infame que ha veces he tenido el deshonor de conocer va dirigida esta
entrada. Como dice mi youtuber favorito…. Shhhhh Empecemos.
La gente
que me conoce sabe que soy de buen comer. Mi familia me educó muy
bien en el arte de la alimentación y la degustación de los platos y
de los sabores que tenemos la suerte de encontrar en nuestro país.
Mi padre era un chef excelente y un comensal aún más exquisito,
sin duda de él heredé estos placeres culinarios que hoy en día me
dan la vida (y me quitan el riñón). De él heredé el arte de poner
la mesa aunque sea solo para desayunar, y por supuesto la generosidad
que tenía con los camareros y maitres que le servían bien. Lo que
no heredé fue nada de dinero, el pobre se lo gastó todo en placeres
culinarios pero al menos murió con los dos riñones intactos.
Cuando me
fui de casa y empecé a vivir por mi cuenta descubrí el arte de la
cocina. Arte por decirlo de alguna manera porque el aprendizaje fue
muy duro. Recuerdo mis primeras tortillas de patatas o mis primeros
guisos… Menos mal que mi pareja de entonces no me quería por cómo
cocinaba; digamos que con veinte años tenía el culo en su sitio,
las tetas firmes y un cutis que podía pasar meses sin ver la crema
hidratante, así que aunque a mi novio y futuro padre de mis hijos
intentase envenenarlo, sin querer, por exceso de sal en varias
ocasiones; tenía razones, bastante superficiales, lo sé, para no
dejarme plantada. Todos estos años me dieron una sobrada
experiencia para saber cocinar y atreverme a crear platos y mezclas
dignas de un menú, y a seguir investigando y degustando sabores,
vinos y experiencias culinarias que me dejasen sin aliento.
Y es que
para mí, el comer es como el sexo. Por eso veo de vital importancia
aprender y aprender. Las primeras veces en el sexo son como mis
primeros guisos o quedaban sosos o me excedía. El sexo igual, cuando
te desvirgas normalmente pecamos de defecto más que de exceso. Somos
tímidos y vergonzosos. Tenemos clara la teoría pero ¿y si tu
cuerpo no responde cómo te han dicho que debería? ¿y si no te lubricas por nervios? ¿y si no sabes las partes del huevo? (La clara y la yema
me refiero) ¿y si pones poca agua en la olla para hervir los
macarrones? y a causa de este acto se te pegan todos y queda una especie
de pasta asquerosa y blanquecina… Bueno, me entendéis, ¿verdad?
El aprendizaje es todo y hay que saber lo que se come para poder
disfrutarlo.
Cada vez que voy a un restaurante y veo una primera cita
me emociono. Si estoy sola y puedo disfrutar de mi arte de cotillear
me lo paso pipa. Veo los gestos, las miradas imagino el carácter de
cada uno a través de los platos que se piden. Del vino que eligen,
puedo observar cómo fluye la conversación o no. Puedo incluso saber
si se van a acostar esa noche o esperaran a una segunda cita. No
quiero que penséis que soy una psicópata, sociópata, voyager
interfiriendo en la actividad de los jóvenes de un sábado noche.
Esta información amigos, está al alcance de cualquier persona que
vaya a cenar a un restaurante de Barcelona; y es que suelen poner las
mesas tan juntitas que a veces he llegado a chivar un buen piropo al
chaval de veinte años viendo que le faltaba el empujón final para
que la conquista se solucionara apasionadamente.
Lo que
siempre me saca de quicio son, cómo he dicho antes, las personas que
no saben comer. Hay varias clases. Están las niñitas pánfilas que
no se han comido un buen solomillo en su vida porque les da pena la
vaca. A ésas, les clavaría el cuchillo en el ojo y les diría: ¡las
vacas! Lo que te tiene que dar pena es esa mierda de ensalada que la
has pedido. Sin xató, sin atún y no te has atrevido a pedirla sin
lechuga porque comer un plato vacío no es muy chic, gilipollas.
Ufff! Bueno calma que no soy una psicópata, aún. Porque creo que
con estas niñas quizás tengan el poder de girarme la mente. Yo,
personalmente, soy el chico y en cuanto mi acompañante pide una
infame ensalada de mierda me levanto sin ninguna vergüenza y me voy
del local. Vamos que si lo hago. ¿Qué se puede esperar de una pava
que no come carne…? Y lo mejor es que se piden una ensalada y luego
se beben siete cubatas de vodka con zumo de naranja, pero natural,
eh?. Claro, como eso es fruta, se lo beben tan ricamente. ¡A
matarlas a todas!.
Mira ahora
mismo tengo la duda existencial de quién me cae peor si los fit de
gimnasio o las pánfilas comelechuga. ¿Qué se puede esperar de
estos dos grupos de personas? Sexualmente hablando digo. Creo que el
secreto para ser bueno en la cama es principalmente no tener
vergüenza y segundo comer de todo. Hablando mal y claro: ser todo lo
guarro que tu imaginación te deje, y como en los menús no hacerle
asco a nada. Probar todo y decidir qué es lo que te gusta más. Son
las dos reglas básicas tanto en la comida como en el sexo. Si no…
Algo falla, fijo. Y por mi experiencia sexual lo he comprobado, no hay
nada peor que un tío tiquismiquis.” Aggg! Esto no lo hago, ufff!
Yo bajarme al pilón como que no. Mira es que tengo una lesión en la
espalda y esta postura se me carga…” A toda esta funesta escena
solo hay una pregunta que hacerle:” ¿Te gustan los menús
degustación? Es que a mí cómo que gastarme tanto dinero en…”
pafff! Portazo en la cara y al siguiente.
Pensándolo mejor creo que los que me caen peor de todos son los
tacaños que no disfrutan de los restaurantes o, mejor dicho, de la
vida en general por no gastar. Ahhhh!!! A esos los lapidaba a todos.
No puedo concebir cómo hay seres humanos así. En mi mente de
sociópata no lo entiendo. Debo reconocer que a mí el dinero siempre
me ha importado una mierda, tanto si lo tengo, como si no. Y por mi
sueldo/vida/economía de mierda que tengo no puedo ahorrar ni 100€
al mes. Pero si he querido ahorrar para no sé ir me de vacaciones, lo
he hecho, o he necesitado una lavadora o algo que se me ha estropeado
pues poco a poco lo he conseguido. Pero esta gente que ahorra sin
ninguna finalidad yo, y mi mente no los comprendemos. Creo que es muy
guay guardar por algo. Aunque sea pasarlo mal durante un tiempo o
unos años, para que luego la recompensa final sea genial, ¿pero ahorrar para nada? ¿Para tener una cartilla con muchos ceros y mierda en la nevera, o peor lechuga rancia en el estómago? Sin duda prefiero no tener riñón.
Tengo conocidos que lo pasan mal porque sus amigos nunca
pueden quedar con ellos. A veces es por el trabajo o circunstancias
varias pero otras veces es porque no quieren quedar para cenar ya que
les parece muy caro. Y no hablamos ni de menú degustación, ni de
estrellas michelín hablamos de una cena normal. Y la gente a la que
me refiero son profesionales tales como: médicos, ingenieros,
informáticos… unas profesiones que ni mucho menos cobran el sueldo
mínimo interprofesional. Así que sí, estos especímenes son sin
duda los que más odio en este mundo. A éstos me los imagino lavando
los condones para reutilizarlos, o peor y más peligroso haciendo la
marcha atrás para no gastar. Bueno el médico puede robar pastillas
anticonceptivas del hospital pero el resto… “Cariño, tenemos que
hacer un calendario sexual. Si lo hacemos una vez a la semana una
caja de doce nos dura doce semanas si el año tiene 52 pero y los
bisiestos, ¿tienen las mismas? Amor traeme un calendario...” Pafff
Portazo… No. Mejor pensado. Ha estos directamente se la corto. “¿Cariño no
querías ahorrar?...”
Así
que gente, tomaros las cosas con calma y con humor. Y sobretodo
disfrutar de la vida ya que desgraciadamente o no; no sabemos cuánto
vamos a estar en este mundo. Disfrutad de lo que os gusta. Puede ser
los restaurante u otra cosa, pero hacerlo, no lo dejéis para mañana
porque quizás el mañana no exista. No me voy a poner muy Paulo
Cohelo que este es un personaje que también odio profundamente y no
querrían ni por asomo que me relacionasen con él.
Puede
que esta entrada traiga controversia entre los lectores pero la
verdad que me da igual, porque normalmente las visitas de mi blog son
de mis amigos. Aix! Mis chicos, mis niños, mi gran familia urbana
que han aguantado de mí tantas penas y tantas borracheras; tanta
euforia y tanto amor eterno y sobre todo tantos menús excelentes y
tantas noche de placeres infinitos degustando vinos, sabores
especiales y besos carnales, que pagando mucho, a veces, nos han sabido
a poco.
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