Niñatos de más de treinta vs veinteañeros muy maduros.
Siempre he pensado que eso de la barrera de los treinta es una estupidez creada por los publicistas. A las mujeres se supone que se les empiezan a caer el culo, las tetas, la piel. Les empiezan a salir arrugas, granitos, manchas. Tienes que empezar a tomar vitaminas, a tener cuidado con el sol y con el alcohol ya que las resacas no son lo mismo. Y para que sigas teniendo veintitantos te tienes que gastar casi cien euros al mes en productos milagrosos que muy a nuestro pesar no sirven de nada. Lo dicho un engañabobos que solo te hace sentir vieja, inmadura y pobre.
A los ¿chicos...? ¿hombres...? ¿Cómo demonios se les llama a los varones que tienen más de treinta? Bueno... diremos que el lado masculino tampoco se libra. A ellos se les empiezan a caer el pelo, les empiezan a salir barriguita, sus brazos se vuelven más flácidos y se les empiezan a curvar la espalda; motivo por el cuál vuelven, diez años después, al gimnasio. Y lo sufren. Correr ya no es tan divertido como a los veinte, y encima que ahora estamos en una época que los chándales no se llevan, te da vergüenza ir al gimnasio con esas mayas que en tu cuerpo no lucen igual que en la foto. Será muy práctico, muy transpirable (palabra que aún no sabes muy bien lo que significa) muy aerodinámico (esta ya, vete tú a saber...) ¿por qué no podrían hacerlas un poco menos apretadas? Pero lo peor que les pasa a los chicos tiene relación con su pene. Según dicen a partir de los treinta puede que no aguantes tanto. ¡Eso sí que es un problema grave!
Para mí éste problema es tan engañabobos como las cremas milagrosas. Sinceramente he tenido la oportunidad de catar chicos de treinta y tantos y si son deportistas y tienen mucha pasión por el sexo son capaces de aguantar más que un veinteañero. Como he dicho en varias ocasiones, el sexo es únicamente actitud. Si el chico es activo, nervioso, impaciente y culo inquieto será así toda su vida, incluyendo la sexual. Y si es tranquilo, vaguete y nunca tiene prisa por hacer las cosas te follará lentamente y necesitará dos horas o más para correrse. Así que en mi opinión no hay una edad mejor que la otra sexualmente hablando. Unos tienen experiencia, otros el vigor de la juventud, otros la pasión, otros la paciencia... Así que en esto de las edades no hay nada que gane o pierda, si te hace disfrutar o no, es culpa exclusivamente de él y de sus capacidades; no permitáis que la edad sea una excusa.
Antes de nada hago un inciso. Esta entrada se lo quiero dedicar a mi "niñato favorito" aún no tiene los tan temidos treinta pero no le queda mucho ya. Es un gran seguidor de mi blog y es actualmente una de las personas que más aprecio en mi vida. Te dedico este artículo para que cuando ya tengas treinta no tengas que follar con bastón (cómo os creéis que hacemos los mayores). Disfrútalo, lo analizas y luego me lo criticas como hacemos siempre detrás de una cerveza.
Empezaremos siempre por lo positivo. Un niño de veinte cree que tiene la vida por delante y eso le hace cometer algunas locuras sexuales. "Locuras sanas" tales cómo: follar en sitios que a priori no están diseñados para ello. La playa o la piscina es un clásico veraniego y creo que muy pocos no recordamos alguna escena subida de tono con nosotros mismos de protagonistas. Los probadores de las grandes tiendas, los medios de transportes: taxis, metros, bus, trenes... Parques, terrazas de edificios, porterías, coches, lavabo de discotecas... Aix, aquí a mí misma se me escapa una sonrisilla. Parece que si no te has estrenado en un lavabo de discoteca es como si nunca hubieras tomado una copa. Oyes la música, la puedes hasta bailar al ritmo que más te vaya... y te aseguro que sales más relajada y feliz que cualquier droga sintética o natural que te puedas meter. Pero sinceramente, después de los treinta lo de follar en los lavabos queda bastante escaso. Pongamos un ejemplo:
María tiene veintidós. Ha salido una noche con tres amigas suyas a bailar al centro de la ciudad y allí ha conocido a Daniel que tiene veinticinco. Él ha acabado de estudiar pero se está planteando hacer un máster para que le ayude a abrir puertas en el mundo laboral y ella está acabando periodismo y no tiene pensado mucho más que centrarse en conseguir un buen trabajo para poder independizarse. Llevan un par de copas tonteando y se dan un beso. El primero lleva a una serie de besos húmedos y apasionados. Daniel le coge de la cintura mirándola fijamente a los ojos y ella está tan cachonda que le baja las manos de él hacia su culo. Vuelven los besos y las manos vuelan por el cuerpo de ambos. En unos minutos tienen que parar al menos para coger aire (maldicen mentalmente no tener branquias) y vuelven a las andadas. Cuando en el miembro de él se podrían colgar quince bolsos de lo duro que está, Daniel se separa de ella y mira hacia el lavabo. Ella se lo piensa unos segundos pero está tan cachonda que se van juntos no sin antes pasar por delante de sus amigas y guiñarles el ojo.
Es una situación bastante normal, no diré hoy en día pero sí hace diez años que era cuando yo tenía veintidós. Se veían parejas hacer escapadas al lavabo y eso se podía significar dos cosas: O polvo, o polvos. La primera me encanta, fijaos que hasta tengo un blog dedicado al sexo. La segunda la odio, la cocaína, las rayas, los polvos... las drogas no llevan a nada, son peligrosas y al contrario de lo que pueden pensar algunos jóvenes con el sexo te dejan K.O. Algún día escribiré sobre las droguitas y su falso placer. Pero ahora no nos desviemos del tema, imaginemos la misma situación con un tío de treinta largos.
Mario tiene treinta y seis. Ha salido esta noche a celebrar el cumpleaños de su amigo Alex que acaba de hacer los treinta y cinco. Es el benjamín del grupo y las cosas no le van demasiado bien. Después de un par de copas Mario decide acercarse a la morena de la barra que está tomando un gintonic. Empieza lo que Mario describe como el primer contacto. Mientras se acerca recuerda la primera vez que flirteo con una chica, tenía veintidós y muy poquita experiencia, ahora catorce años después es un experto en citas. Empiezan a hablar de sus vidas y trabajos, de sus viajes y hasta de sus relaciones anteriores; ambos están muy a gusto con la charla pero llega el momento de dar un paso más y Mario correctamente le da un beso a Isabel. Ella se queda mirándole, se baja del tamburete, se acerca y le devuelve el beso con un puntito más de pasión que el de Mario. Los dos están sintiendo la pasión del momento, Se tocan el pelo, la cara, la cintura y al final Mario se separa y le señala hacia el lavabo. Ella suelta una carcajada y le dice:
- Ves al lavabo, te espero aquí, que no me escapo-
Él se rie y le contesta:
- No tonta, lo que quiero decir es... ya sabes...-
- No, no lo sé- -Aix, mi madre ¿No estarás casado?-
-No, no, no por favor. Que... ¿si... quieres hacerlo en los lavabos como si fuéramos veinteañeros?- suelta una sonrisilla entre nerviosos y pícaro.
Isabel le mira con cara de asombro durante unos minutos. Piensa que es bastante gilipollas porque aún no sabe si lo del lavabo era una broma o lo decía en serio. Se calma, le da una segunda oportunidad ya que por lo que ha tocado es un chico muy atlético y le pregunta:
- ¿Por qué en vez de ir a los lavabos de un bar grasiento y cutre no vamos a tu casa?-
Mario se queda mudo por unos segundos.
- Verás... Es que soy de esa generación que.. aún vive con sus padres- lo suelta todo muy bajito. Las palabras salen de su boca muy lentamente y él puede ver como Isabel va poniendo cara de "¡ciao nene!".
- Ahá. Pues lo siento Mario pero creo que a nuestra edad... mira mejor me vuelvo con mis amigas.-
Coge su bolso, gira sus tacones de diez centímetros y vuelve a refugiarse en la mesa de sus amigas para cotillear de Mario y de su desafurtanada situación.
Vamos a analizar esto con un poco de calma.
Las formas de Mario son impecables, el cuerpo de Mario también y la naturalidad con que pasa a hablar con Isabel es immejorable. El problema es su situación. Hoy en día desgraciadamente hay muchos chicos de más de treinta años viviendo con sus padres y yo soy muy crítica con ellos. Casi todos los que he conocido yo es por vagancia o por falta de iniciativa. Muy pocos he conocido que fuera cuestiones económicas por lo que no lo hicieran y sinceramente si un tío de treinta años no vive solo nunca será un tío adecuado para mí. Yo quería irme de mi casa desde los dieciocho y no porque me llevase mal con mis padres si no porque quería mi espacio, mi soledad, mi vida. Quería aprender a llevar una casa, a que me faltase dinero y tener que solucionar el problema. Y vuelvo a repetir para mí éso es muy importante para que el ser humano madure y sepa salir de situaciones con el ingenio que hoy en día creo que hace mucha falta. Lo siento por los tíos pero yo y muchas otras mujeres pensamos así. Hemos estudiado, muchos llevamos trabajando desde los diecisiete para tener una independencia económica, no puedo entender qué es lo que impide a los chicos independizarse de sus mamis...¿Por qué no sienten esta necesidad?
Dada mi opinión personal,y habiendome calmado un poco volvamos al tema de hoy. Todas las edades tienen sus cosas positivas: unas son las experiencias, otras son el vigor de la juventud, podría ser la madurez o la locura pero en cualquier edad hay que disfrutad del sexo con pasión, naturalidad, respeto y alegría. Hay que ser uno mismo, ser fiel a tus ideas y principios y por favor chicos de treinta independizaros ya por favor. No es bonito, no es romántico, ni sexy ni práctico... (perdón, ha vuelto a salir mi lado guerrero)
Por cierto, ¿qué pasará cuando llegue a los cuarenta? Sea lo que sea sin duda lo escribiré para vosotros y sobre todo para mi "niñato favorito" que como siempre hará mis críticas con una cerveza y unos años más de experiencia.
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