Síndrome de la cama vacía
Cuando una relación se acaba siempre pasa una cosa: nos olvidamos de lo malo y sólo podemos rememorar lo bueno. Recordamos y recordamos los momentos bonitos vividos. Nuestros viajes, nuestras cenas de aniversario, nuestros desayunos de domingo que parecían comidas de lunes. La primera vez que gemiste con su cunilingus, y la primera vez que se corrió en tu boca, eso ni a ti ni a él nunca se os olvidará. No nos atrevemos a pensar en el porqué de la ruptura. Las discusiones, los días sin hablarnos, lo cabrón que fue y lo cabrona que has sido tú "porque él se lo merecía" pasan a un segundo grado, más bien pasan a un grado inexistente de tu mente que se encierra con llave y que muy pocas veces vuelves a abrir. Es curioso como nuestra mente nos puede engañar tanto. Empiezas a pensar en cómo podías haber arreglado la relación, qué hiciste mal, e incluso te planteas una segunda ...